Las ‘criaditas’: el trabajo infantil pervive en Paraguay
Casi 47.000 menores en Paraguay sufren hoy en día una forma de esclavitud moderna que se conoce con el nombre de “criadazgo”, por lo tanto, el trabajo infantil pervive en Paraguay. El pasado fin de semana, una niña de 14 años que ejercía como “criadita” en una casa de la ciudad de Vaquería recibió una brutal paliza por parte su “padrastro”. La menor falleció horas después como consecuencia de las hemorragias internas que le produjeron los golpes.
Como ella, miles de niñas, que representan el 2,5 de la población infantil de Paraguay, se ven atrapadas en esta situación. Las conocidas como “criaditas” son hijas de familias con escasos recursos económicos entregadas a familias más pudientes que las explotan laboralmente como servicio doméstico.
La oficina en Paraguay de UNICEF recomendó al Gobierno del país tipificar el criadazgo como un delito en 2010. Dos años después fue promulgada la Ley Integral Contra la Trata de Personas 4.788, en la que se recoge explícitamente que “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de un niño con fines de explotación se considera ‘trata de personas’”.
Según la Secretaría Nacional de la Niñez y Adolescencia de Paraguay, el criadazgo es “totalmente ilegal” y representa una de las peores formas de trabajo infantil peligroso. Lo cierto es que tiene consecuencias nefastas para las menores que lo padecen, ya que se ven expuestas a mayores índices de violencia y un gran porcentaje de ellas son víctimas de diferentes tipos de abusos, como físico, laboral o sexual.
El problema del criadazgo tiene que ser enfrentado, en primer lugar, desde el Estado. Las autoridades deben garantizar el cumplimiento de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. En segundo lugar, desde la educación, inculcando a los padres la convicción de que si sus hijas trabajan siendo menores de edad no tendrán estudios, factor crucial para acceder a mayores oportunidades de futuro y escapar de su situación de vulnerabilidad.